
La aparente ausencia de agujeros negros supermasivos en las galaxias más pequeñas podría obligar a los astrónomos a revisar parte de lo que creían saber sobre la evolución del cosmos. Un nuevo análisis basado en más de dos décadas de observaciones del Observatorio de Rayos X Chandra sugiere que los agujeros negros gigantes, considerados hasta ahora un componente casi universal en el corazón de las galaxias, podrían ser mucho menos comunes en los sistemas galácticos de menor tamaño.

Un planeta extremadamente caliente, tan cercano a su estrella que su superficie es un océano de roca derretida, acaba de sorprender a los astrónomos. El Telescopio Espacial James Webb ha detectado señales sólidas de que este mundo infernal, llamado TOI-561 b, conserva una atmósfera densa a pesar de vivir en un entorno donde debería haberla perdido hace miles de millones de años.

El hallazgo de un destello de rayos gamma en marzo de 2025 ha permitido a un equipo internacional de científicos identificar la supernova más antigua jamás observada. Gracias a la extraordinaria sensibilidad del telescopio espacial James Webb (JWST), los astrónomos pudieron detectar no solo la explosión estelar, sino también la tenue galaxia que la albergó hace casi 13.000 millones de años, cuando el universo tenía apenas un cinco por ciento de su edad actual.

Un agujero negro supermasivo ha sorprendido a los astrónomos al expulsar materia a velocidades extremas, aproximadamente una quinta parte de la velocidad de la luz, es decir, unos 60.000 km por segundo. Este fenómeno fue detectado gracias a los telescopios espaciales de rayos X XMM-Newton (ESA) y XRISM (JAXA, con colaboración de ESA y NASA). El protagonista se encuentra en el corazón de la galaxia espiral NGC 3783. Con una masa equivalente a 30 millones de soles, este agujero negro atrae gas y polvo, formando un disco brillante que emite intensos rayos X.

Un reciente descubrimiento astronómico ha revelado cómo las estrellas pueden ser auténticas fábricas de los elementos necesarios para la vida. Gracias al telescopio espacial XRISM, un equipo internacional de científicos detectó por primera vez cloro y potasio en los restos de la supernova Cassiopeia A, la explosión de una estrella que ocurrió hace unos 340 años.

El telescopio espacial Hubble de la NASA ha vuelto a fijar su mirada en uno de los visitantes más enigmáticos que han atravesado recientemente nuestro vecindario cósmico: el cometa interestelar 3I/ATLAS. La nueva observación, realizada el 30 de noviembre mediante la cámara de campo amplio WFC3, ofrece una instantánea privilegiada de este objeto mientras se aleja a alta velocidad del Sistema Solar.

El telescopio espacial James Webb ha revelado una de sus imágenes más fascinantes del año: un par de galaxias enanas atrapadas en una danza gravitacional que lleva cientos de millones de años en desarrollo. Las protagonistas, NGC 4490 y NGC 4485, se encuentran a unos 24 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de Canes Venatici, y conforman el sistema conocido como Arp 269.

Esta imagen captada por el Telescopio Espacial Hubble muestra una hermosa nebulosa de reflexión llamada GN 04.32.8. Las nebulosas de reflexión son nubes de polvo que, a diferencia de otros tipos de nebulosas, no emiten luz propia. En su lugar, brillan gracias a la luz de estrellas cercanas que rebota en el polvo. Por la forma en que esta luz se dispersa, muchas de estas nebulosas suelen verse de color azul, y GN 04.32.8 no es la excepción.

Esta gigantesca nube de hidrógeno frío, llamada N159, se encuentra a unos 160.000 años luz de distancia, en la constelación de Dorado. N159 es una de las regiones de formación estelar más grandes y masivas de la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana que acompaña a la Vía Láctea. La fotografía muestra solo una parte del complejo estelar N159, que en su totalidad se extiende más de 150 años luz. Para imaginar su tamaño, basta decir que esa distancia es casi 10 millones de veces la que separa la Tierra del Sol.

Esta imagen del telescopio espacial Hubble de la NASA y la ESA muestra una galaxia muy peculiar: NGC 2775, ubicada a unos 67 millones de años luz en la constelación de Cáncer. Es difícil clasificarla porque combina características de diferentes tipos de galaxias. Su centro es suave, uniforme y sin gas, parecido al de una galaxia elíptica. Sin embargo, alrededor tiene un anillo polvoriento con cúmulos de estrellas jóvenes, típico de una galaxia espiral. Entonces, ¿qué es exactamente? ¿Espiral, elíptica o algo intermedio?
